Cuan dulce puede ser su canto,
mi sirena entre las olas,
y que triste esta su boca,
cuando esconde ese llanto.
No voy a decir que la amo,
como he mentido a otras,
mi cabeza se volvió loca,
por no besar allí sus labios.
Así que mientras peno tanto,
esperaré blancas coronas.
Rafa Marín
No hay comentarios:
Publicar un comentario