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martes, 3 de noviembre de 2020

Silencio

Cercenadas las plumas y seca la tinta,
tan negra como la sangre vieja,
como lo son los pozos sin luna.
Arrugada la resma de papel blanco,
nubes en un día de lluvia y,
el camino, cual viaje de Alicia,
es un albero que nadie recorre.
Abiertos los pechos en la agonía,
los latidos del desenfreno, que esperan.
Todo se volvió sombra, una sed infinita,
un desierto de sal que nos invita.
El cristal de los dedos que señalar saben.
Aquí yace una lápida de barro,
que pronto será polvo y podredumbre.
Se secó la tinta,
porque le cercenaron las manos
y sus labios sellaron con alambre.

Rafa Marín

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