Recorrió con la mirada el paisaje, admiró por un instante la belleza salvaje de aquella desolación. Un campo de cenizas humeantes y el atronador rugido de un monte a punto de colapsar.
- Que hermosa puede llegar a ser la muerte, pensó.
Luego, dándose la vuelta, descendió hasta elmar.
En la orilla, las caras aterrorizadas de la tripulación soltaron al unísono un suspiro.
- Nos vamos, dijo.
Horas más tarde, en mitad de la noche se oyó un bramido y el horizonte tomó el color rojo de las puertas del infierno.
Hoy lo recordó, la lejanía en el tiempo se hizo dolorosamente presente.
Cerro su diario y miró el vergel que rodeaba la casa.
Fin
Rafa Marín
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