Se marchó, sombra en la noche
que tu boca no nombra,
escalón olvidado entre la hiedra.
Del ayer violento entre zozobras,
sólo quedaron, ya gastadas,
cuatro muescas sobre la piedra.
Al levantar las manos que
sobre la nada sus puños aprietan,
ve la luz que no es final
ni tan siquiera blanca orilla.
Una sonrisa feliz sus ojos ilumina
para decirle, no hay vuelta atrás.
El tiempo que gobierna las horas,
se torna elevado escabel,
rueca que entre hilos rueda.
Rafa Marín
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