En este silencio que mi boca consuma,
incesante barullo de un mar;
almas ajenas perdidas en la bruma,
mil versos tristes y nada más.
Los dulces momentos en los que recordar,
las chiquillas felices que el alma curan,
entre sentimientos que no sé ordenar
cuando mis ojos del amor sólo ayunan.
Mirando palomas y soñando grullas,
gaviotas graznando sobre la mar,
sirenas que al amor tórridas conjuran.
Miradas escondidas en doliente espiar,
de escondidas manos entre la espesura,
amores solitarios que no saben gritar.
Rafa Marín
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