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viernes, 4 de agosto de 2017

La nada

Nada que nunca quiere acabar,
atrapada en mi corazón espera.
Nuevas esperanzas, sin perdón,
de una vida que equivocó certera,
aquello que la musa le regaló,
palabras.
Se volvieron barro bajo sus pisadas.
¿Recuerdas cuerpo hermano,
los ojos vacíos y el temblor?
La boca sigue pastosa y cerrada,
no fue la cochina almeja muerta,
que todos los demás desearon.
Todo quiso ser la eterna nada,
callejuelas infectas y rencor.
¿Como, acaso hay una metáfora?
¡No! Todo es eso, la puta nada,
la desesperanza del perdedor,
el sueño de una meretriz arrugada.
Días sin gloria, sin tumba de mármol,
sin plañideras amantes secas,
sin sangre sus manos bañando.
Rafa Marín

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