Llega la Navidad
y en el mundo
no hay paz.
Sólo guerra
y anuncios de
Freixenet.
Los niños
tendrán juguetes turrón
y una inocente
ilusión.
Pero otros con
su vida van a pagar
el rencor y la
ambición
de los líderes
de mi tierra.
Llega la Navidad
y no siento
esa magia que
la lotería muestra.
La generosidad
está presa
de unas
monedas que se entregan
sin mirar a
los ojos vacíos de amor.
Si, llega otra
Navidad,
esta quizás
muy esperada.
A mi se me
anticipó,
tendré a mi
madre en casa
y la pena de que
sea sólo ella.
Pero para que
voy a disimular.
Nada me
importan los niños con hambre
si en mi árbol
las lucecitas brillan.
Rafa Marín
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