La vida, desecho de la creación,
como una hiedra, que todo cubre,
aunque por mucho pensar no descubres,
si vivir es la sutil maldición,
que los dioses en su jugar encubren.
Viven aquí y allá, árbol, flores;
unos labios, que sin besar susurren.
Quién esta verdad, por sí, discurre,
haciendo de los versos vocación.
¿Vivir no es ya la fe que nos une?
Melodías, sentir la ocasión,
sueños que de tanto soñar aburren,
mientras alma y corazón se hunden.
Despiertos acudimos a la razón,
De un cerebro que la verdad encubre,
y otra vez volver a soñar inmunes,
eso que en vida llamamos amor.
Rafa Marín
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