Soy la sombra traslúcida,
de aquel fatal sueño,
de una noche de verano.
Una conjetura en una caja,
el verbo de unas palabras,
que nunca se hicieron veneno.
Soy, quien camina sin destino,
el que soñó ser jardinero
y no la tortura de las almas.
Quizás haya aún ese tiempo,
al que todos llaman mañana,
pero en mis labios es sólo destierro.
Rafa Marín
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