Yo la imagino, feliz, dulce, caprichosa,
mujer que es en mí, sol de un nuevo renacer,
por el que vale la pena de amor hoy perecer;
de todas es la única donde mi verbo goza.
Lucirla del brazo y poderla entretener,
mientras ella, de aquí allá, cual mariposa,
lanza cristalina risa, mirando mimosa,
y besa mi boca, para al mundo detener.
Sentirme hombre, ser otra vez afortunado,
haber sido tocado con la gracia del amor,
pues ella, siendo mejor, en mí se ha fijado.
Mirarla, como un jardinero mira la flor,
a la que su pasión sin reservas ha dado,
y poder admirarla en todo su esplendor.
Rafa Marín
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