y deba dejar de olvidar,
esas noches de terror,
escondidas en el maizal.
Las lágrimas,
que no me dejaron ver el mar,
la lluvia fría y el vaho en el cristal.
Quizás sea tiempo ya,
de correr por las laderas
y los arroyos saltar.
Ser niño de nuevo
y no temer al mal.
Rafa Marín
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