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martes, 15 de septiembre de 2020

Las cruces (relato corto)

Me crié en la Andalucía más miserable. Había allí, un sitio al que llamaban las cruces.
Una vez me contó mi padre, que a ese lugar llegaban camiones con gente y que volvían vacíos.
Como no podía ser de otro modo, fuimos a curiosear. Era un conjunto de cuevas, pero muchas estaban cegadas. Cuando mi padre se enteró, me dio tal paliza, que nunca más volví.
Hace unos años, fui a esparcir las cenizas de mi padre al pie de un olivo que él había plantado.
Me pareció buena idea volver a las cruces, pero las cuevas ya no estaban, en su lugar había un agujero de unos 300 metros de hondo y del tamaño de 20 campos de fútbol.
Me senté al borde del precipicio y me puse a pensar en aquella historia de los camiones.
Cuando volvía al coche, Se me acercó un anciano, tenía la piel del cuello cuarteda por el sol y el tiempo. Me saludó intrigado, y ya que estaba allí, le ofrecí un cigarrillo.
Lo tomó y me miró con una interrogación en la mirada. Fumamos en silencio, como si esperáramos la oportunidad para entablar conversación.
Miré el tremendo agujero y casi sin interés, susurré ... las cruces ...
Me miró y negó con la cabeza. Luego señaló con un gesto de barbilla hacia otro cerro un poco más alejado, dijo.
Las cruces están detrás. Es un sitio de muerte.
Rompí a reír y el anciano se encogió de hombros.
Le ofrecí tomar café y un poco de charla. Me miró agradecido. Subimos al coche y bajamos por la carretera hasta la venta El Pollo.
Nos presentamos y me miró curioso.
- O sea que usted es el hijo de Marín, dijo sonriendo.
Le conté la historia de las cuevas y la paliza. Riendo de buena gana, me espetó.
- Yo también pequé a mi hijo. ¿Recuerda al "Mijita"?
- Claro, criaba pollos de pelea. ¿Qué tal está?
- Murió hace un año. Lo mataron en el fondo de la cantera.
No recordaba que el "Mijita" tuviera padre. Le di el pésame y tras pagar los cafés y las dos copas, me despedí de él.
Hace unos días, me llamó el "Nano". Le comenté la historia y muy serio me dijo, que el padre del "Mijita" había muerto una semana después que su hijo.
No sé si realmente aquel anciano era quien dijo ser. Pero me han comentado, que pocos meses después de mi viaje a aquel sitio olvidado por dios, aparecieron cuatro cadáveres en aquella cantera.
En cuanto a las cruces, comprendí que la paliza me la llevé por curioso y no por haber ido a las cruces, lugar que nunca he visto, ni veré.


Fin

Rafa Marín

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