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jueves, 10 de septiembre de 2020

La loma (relato corto)

La mañana estaba espléndida, lucía un sol primaveral y desde la ventana veía una loma verde, salpicada por una miríada de flores y su color.

Dejó sobre la mesa el lápiz y las gafas, tomó el bastón y como si de un adolescente se tratara, se encaminó hacia el jardín trasero.

Por un instante, todo se volvió negro, pero fue sólo un instante.

Se sintió bañado por la luz del sol, dejó caer el bastón y con seguros y vivaces pasos, avanzó hasta las sábanas tendidas en el cordel. Enseguida descubrió su sombra tras las telas blancoazuladas.

Se sentía feliz.

La oía cantar y sonriendo la llamó.

- ¿María, eres tú?

La mujer elevó el volumen de su canto, como si adivinaste que había un espectador.

José, detuvo su caminar, quería escuchar la maravillosa voz de María. 

La mujer mientras iba llenando los cordeles paralelos con las grandes sabanas, se alejaba de José y con ella su voz.

José, miró la loma y sus flores.

- ¿Que mejor presente, que un ramo de flores silvestres? Pensó.

Llegó a la loma, sintió la paz en su cara, cuando la brisa le envolvió.

Allí a un centenar de metros, seguía la sombra de María tendiendo. No podía ser más feliz, en su mirada estaba ella y en sus manos un ramillete de flores amarillas, púrpuras, rojas y blancas.

Se dijo a mismo, es hora de volver y otra vez, por un instante todo se hizo oscuridad.

La luz volvió casi de inmediato y a su alrededor, tres o cuatro rostros de miradas intensas, se afanaban sobre él.

La oscuridad volvió, esta vez para quedarse, pero José no lo notó. Su mano  se aferró a la de María y juntos avanzaron hacia el atardecer.

 

Fin

Rafa Marín

 

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