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lunes, 28 de septiembre de 2020

A la memoria me vienen

A la memoria me viene,
aquel beso que me dio,
su trémula boca tiene,
el sabor de una canción.
Ese perdido momento,
que el viento se llevó.
Arropado entre lamentos,
por siempre se perdió.
Ya no quiero más besos,
de la efimera pasión,
se quedan en los recuerdos,
y mis labios los olvidó.

Rafa Marín 

domingo, 27 de septiembre de 2020

Emigrantes

Llegan en este domingo,
como las campanas de la plaza,
haciendo tanto ruido,
que parecen niños en la playa.
Vienen, con sus ojos hundidos,
con sus manos trabadas,
esperando nuestro asilo.
Pero no les damos nada.
Son del hambre y el frío,
las más preciadas almas.

Rafa Marín

sábado, 26 de septiembre de 2020

Hoy

Llega este momento,
en el que el cansancio,
se disfraza de paz.
Que día tan largo
y sin nada que contar.
Hoy me perdí buscando,
unas huellas junto al mar.
Me enredé y mirando,
volví la vista atrás;
han pasado tantos años,
que nada importa ya.

Rafa Marín

viernes, 25 de septiembre de 2020

Ella

Tantas vidas que viví,
para ver salir el sol
y otras tantas que perdí,
entregando el corazón.
Todo para poder sentir,
en mis labios su sabor,
pura flor de alhelí.
Que dulces sus ojos son,
cuando asoman por aquí,
nublándome la razón.
Del ayer versos escribí,
del mañana, que sé yo.
Pero hoy le quiero decir,
que su mirada me mató.

Rafa Marín

Puente de Vallecas

Azules y verdes las apretadas líneas,
traidores a su estirpe y a su gente.
Manos de negras ideas
y alargados apéndices.
Ayer ensalzados y hoy,
voz de los tiranos;
apalean en el Puente.
¡Madrileños!
Que no apaguen vuestra voz,
estos cobardes uniformados.
Caminad porque sois libres.

Rafa Marín 

lunes, 21 de septiembre de 2020

Caer, callar, perder

Caer cual fugaz estrella
y en las alturas ser luz efímera,
un deseo traer; genio de la palabra,
que nunca será en la hoja tinta.
Volar, sueño que te imagina,
entre ricas tules y gasas;
reina y puta y audaz Sivila,
de este triste alma;
que sueña ser el dios al que suusurras.
Callar.
Porque duele menos la mordaza,
que el lamento de mi boca,
ya que la tuya no habla.
Y así, como ave en su jaula,
sufrir entre trinos,
una paz de alpiste y agua,
que no alimentan
su necesidad de volar,
para del azor ser presa
y tener un glorioso final.
Perder, y en cada letra,
como poción que nos embriaga,
poner, corazón, locura y alma.
¿Quién puede querer una noche calma,
cuando está la perdición,
al otro lado de esta pantalla?
¡Ay!
Sinsabores de la vida,
decid a Circe;
que este navegante calla,
que no quiere de su boca la manzana.

Rafa Marín

Me llama

La noche me llama,
pero no tus ojos oscuros,
ellos se volvieron  muro,
toda esperanza matan.
Se ve el cielo tan puro,
con sus estrellas lejanas,
las nubes que pasan,
mis ilusiones sin futuro.
Todo empieza y acaba,
carrusel de los embrujos,
hoy el miedo es la banca.

Rafa Marín 

sábado, 19 de septiembre de 2020

El economato (relato corto )

Hace muchos, muchos años, a la estación de aquella comunidad de seres y con una periodicidad de dos meses, llegaba el tren economato. Era el momento más esperado por todos, un momento efímero de prosperidad gracias al pillaje.

La mujeres se ponían sus vestidos más escotados y acompañadas por la chiquillería, accedían al mismo dotadas de bolsillos ocultos, canutos afilados de caña y una promesa en la mirada.

Todo se preparaba de antemano, las legumbres a granel, bacaladas, aceite e incluso combustible, eran rapiñados de forma completamente descarada.

Recuerdo con total nitidez aquella vez. Era julio y como siempre, al caer la tarde, el tren economato, se estacionó en la vía de servicio. Muchas personas se acercaron a la estación, en sus ojos estaba dibujada la codicia. Los empleados del tren, no eran los de siempre, sino hombres y mujeres, de aspecto pulcro y mirada sagaz.

Algo no iba bien, los curiosos, poco a poco y con semblante preocupado, se retiraron.

La noche dio paso a la segunda sorpresa. Cuatro vigilantes armados, custodiaban el convoy. 

La noche pasó y a las 8:00 horas, el tren economato, abrió sus puertas a los vecinos. Todo estaba cambiado.

Las personas que atendían eran jóvenes y perspicaces, no permitían a más de tres clientes a la vez y les acompañaban todo el tiempo.

La sisa parecía un imposible, así que el primer día, todo el mundo se dedicó a husmear y buscar un talón de Aquiles por donde acometer.

Las horas pasaron y llegó la noche.

Los cuatro vigilantes, rondaban al rededor del tren, pero de repente, la explosión de un petardo, rompió la tensa calma del villorrio. 

Por doquier, aparecieron sombras, que rezuman odio, hambre y frustración.

Atraparon a los vigilantes y a todo el personal que atendía al tren economato, los ataron y los sentaron en un descampado junto al tren.

Las gentes saquearon todo, dejando aquello que o no tenía utilidad o se le apreciaba valor.

Tras una hora, y mientras el tren ardía por los cuatro costados, alguien aleccionaba a los retenidos.

- Ni una palabra, insistia, esto ha sido una fatalidad y todo, por desgracia, se ha quemado.

Luego se les soltó y se simuló que intentaban apagar el incendio. Se llamó a los bomberos y la Guardia Civil, levantó atestado.

Al parecer, de forma accidental se originó un incendio y la población advertida por los vigilantes, salvó a los empleados, no pudiendo rescatarse nada de la voracidad de las llamas.

Pasados dos meses, otro tren economato se volvió a estacionar, con los viejos empleados de siempre y con la misma disposición de sus clientes a sustraer todo lo posible.

El tren siguió volviendo algunos años, hasta que un día no lo hizo.

Nadie preguntó por qué, pero todos sabían que por fin, los tiempos estaban cambiando.

 

Fin

 

Rafa Marín 

 


viernes, 18 de septiembre de 2020

Cómo no correr

¿Cómo no correr al encuentro,
de esa primera ola,
que el amanecer baña?
¿Cómo no mojar en ella mi piel,
que en su soledad me abraza?
¿Cómo no decir (te) ven,
si en su corona de espuma,
hay una sirena que canta?
Flor tan pura y blanca,
que mis ojos con su mirada atrapa.
¿Cómo voy a dejar de querer (te),
si eres vida y humedad que me sacia?
¿Cómo...?

Rafa Marín 

jueves, 17 de septiembre de 2020

La gatita (relato corto)

Era una calurosa noche de verano y la familia, como cada noche, se dispuso a cenar. Pero esa noche, iba a ser algo especial. Como si de un pequeño fantasma se tratara, apareció Kätzchen. Una pequeña gatita callejera, menuda y hambrienta.
El niño, en un arranque de espontaneidad saltó de la silla y con mucho cuidado, le ofreció un pequeño trozo de pollo. Su madre, viendo la sonrisa del niño, preparó un platito con comida y junto con un cuenco con agua, lo puso todo en un rincón al animal.
La mujer se sintió feliz y desde ese momento decidió que la gatita, formaría parte de la familia.
A base de comida, poco a poco se fue ganando la confianza de esta, consiguiendo que cada noche volviera. Poco a poco, las apariciones de Kätzchen fueron más habituales, hasta que una mañana, la encontró enroscada junto a la puerta de casa.
Preparó un pequeño lugar para Kätzchen, cama y comedero, en la terraza un cajón con tierra y hasta le compró un collar. El escuálido animal no engordaba, así que, con más paciencia que maña, la pudo introducir en una jaula. La llevó a la clínica veterinaria, donde Kätzchen, fue desparasitada.
La veterinaria, una chica amable y cariñosa, le informó de los pasos a seguir, de las pruebas a realizarle al gato: esterilización, vacunas, chip y alimentación.
Pasó una semana y el animal, pese a los cuidados, no mejoraba su aspecto. Montse, la llevó de nuevo, le realizaron pruebas y llegaron las malas noticias.
El pobre bicho estaba enfermo. Tenía leucemia, inmunodeficiencia felina y estaba preñada. Montse, sintió que todo le daba vueltas, pero no se arredró.
Lo primero esterilización y aborto, en las condiciones en las que estaba, no iba a soportar el embarazo y el parto. Se informó de cual sería la mejor alimentación y se preparó para atender a Kätzchen, lo mejor que pudiera.
Ante la inundación de vitaminas, reconstituyentes y cariño, la gatita, día a día, mejoraba ostensiblemente. Comenzó a hacer cosas de gatos. Saltaba por el sofá, perseguía a un pequeño ratón mecánico y a dormir a sus pies.
De tarde en tarde, parecía que la luz de Kätzchen, se iba a apagar. Pero Montse nunca se dejó vencer por el desánimo. El tiempo pasó y tanto Montse como Kätzchen, crearon un vínculo que nunca se había visto antes.
Pero claro, la realidad y agresividad de las enfermedades de la gatita, iban haciendo mella.
Una noche, Montse despertó y sintió que Kätzchen, se había subido a su pecho. Al principio pensó que la gata estaba jugando, pero al ver sus ojos se asustó.
Kätzchen, mirando fijamente a Montse, comenzó a hablar.
- No temas humana, has sido buena y generosa conmigo. No tengo nada para compensar todo el amor que recibí de ti. Pero quizás la vida te compense como mereces.
Montse, rompió a llorar y su marido la despertó cariñosamente.
Se levantó y buscó a Kätzchen, por toda la casa, sin ningún resultado. Pasaron varios días, colocó carteles, incluso habló con la policía. No tuvo ningún resultado.
Convencida al fin de que su amiga gatuna no volvería, fue a recoger la camita, cuando al levantar esta, vio una pequeña llave y una tarjeta de papel.
La tarjeta decía así:

Querida amiga, mi nombre no es Kätzchen, sino Bastet. Te dejo anotadas las coordenadas de un lugar en el que encontrarás un pequeño obsequio.
El lugar no estaba lejos, así que una mañana, tomó ropa de paseo y se dirigió hasta allí. No le sorprendió ver a muchos gatos en el lugar. Como tampoco le sorprendió que estos le abrieran paso hasta un pequeño montón de piedras.
Se arrodilló, apartó las piedras y vio el pequeño cofre. Lo abrió con cierta angustia y se quedó muda al ver lo que había en su interior. Allí, en mitad de un pequeño bosque de pinos, arrodillada ante un cofre abierto vio a una pequeña gatita, que maullo cariñosa.
Fin

(dense el placer e imaginen que dones tenía para Montse, yo me quedo con el del amor)

Rafa Marín

De mi mano

De mi mano prendido llevo,
este aro, que os salva de la perdición.
Odiseo hoy atado,
que mil sirenas ha amado
y que no merece el perdón.
Don Juan de los cielos nublados,
de las noches sin pasión.
Un payaso que cada beso a pagado,
con un trozo de corazón.

Rafa Marín 

Cada noche

Cada noche no me ves,
escondido en esta bruma,
deshojando margaritas,
entre risas voy llorando.
Lágrimas que tu nombre gritan,
porque el cielo está ocupado.
Sin esperanza tú me invitas,
para no sentir mi dolor.
Palabras que nacen marchitas,
como esas margaritas
que el tiempo deshojó.

Rafa Marín 

martes, 15 de septiembre de 2020

Las cruces (relato corto)

Me crié en la Andalucía más miserable. Había allí, un sitio al que llamaban las cruces.
Una vez me contó mi padre, que a ese lugar llegaban camiones con gente y que volvían vacíos.
Como no podía ser de otro modo, fuimos a curiosear. Era un conjunto de cuevas, pero muchas estaban cegadas. Cuando mi padre se enteró, me dio tal paliza, que nunca más volví.
Hace unos años, fui a esparcir las cenizas de mi padre al pie de un olivo que él había plantado.
Me pareció buena idea volver a las cruces, pero las cuevas ya no estaban, en su lugar había un agujero de unos 300 metros de hondo y del tamaño de 20 campos de fútbol.
Me senté al borde del precipicio y me puse a pensar en aquella historia de los camiones.
Cuando volvía al coche, Se me acercó un anciano, tenía la piel del cuello cuarteda por el sol y el tiempo. Me saludó intrigado, y ya que estaba allí, le ofrecí un cigarrillo.
Lo tomó y me miró con una interrogación en la mirada. Fumamos en silencio, como si esperáramos la oportunidad para entablar conversación.
Miré el tremendo agujero y casi sin interés, susurré ... las cruces ...
Me miró y negó con la cabeza. Luego señaló con un gesto de barbilla hacia otro cerro un poco más alejado, dijo.
Las cruces están detrás. Es un sitio de muerte.
Rompí a reír y el anciano se encogió de hombros.
Le ofrecí tomar café y un poco de charla. Me miró agradecido. Subimos al coche y bajamos por la carretera hasta la venta El Pollo.
Nos presentamos y me miró curioso.
- O sea que usted es el hijo de Marín, dijo sonriendo.
Le conté la historia de las cuevas y la paliza. Riendo de buena gana, me espetó.
- Yo también pequé a mi hijo. ¿Recuerda al "Mijita"?
- Claro, criaba pollos de pelea. ¿Qué tal está?
- Murió hace un año. Lo mataron en el fondo de la cantera.
No recordaba que el "Mijita" tuviera padre. Le di el pésame y tras pagar los cafés y las dos copas, me despedí de él.
Hace unos días, me llamó el "Nano". Le comenté la historia y muy serio me dijo, que el padre del "Mijita" había muerto una semana después que su hijo.
No sé si realmente aquel anciano era quien dijo ser. Pero me han comentado, que pocos meses después de mi viaje a aquel sitio olvidado por dios, aparecieron cuatro cadáveres en aquella cantera.
En cuanto a las cruces, comprendí que la paliza me la llevé por curioso y no por haber ido a las cruces, lugar que nunca he visto, ni veré.


Fin

Rafa Marín

sábado, 12 de septiembre de 2020

Eres un camino en la duna,
que se adentra en el pinar.
Una feliz duda,
que promete no acabar.
Eres casualidad oportuna,
una silenciosa ola de mar,
que sin mis versos comulga
y que se está volviendo necesidad.
Eres una tirada de runas,
sobre el zinc de la verdad.
Rayo de luna, rama de olivo
y también paloma blanca.
Un sueño de verano,
que urgente se va.
A veces un desatino,
porque de ti quise escapar.

Rafa Marín

viernes, 11 de septiembre de 2020

La musa

Me persigue y cual lágrima,
que escapa entre mis dedos,
es al momento osada palabra.
Yo que decir no quiero
y ella, musa inconsciente me delata.
Que poder tiene, que osada,
que me enfrenta con mi verdad
y me hace niño en la madrugada.
¿Qué daría, si por una noche,
pudiera verte soñar,
la elocuencia de cien días,
que de mi pecho es suspiro cuando escapa?

Rafa Marín

jueves, 10 de septiembre de 2020

Sirena

Surge entre las olas,
cual sirena de dulce canto,
para buscar en la arena,
la tibieza de su abrazo.
En su mirada una pena,
al contemplar eso barcos,
que en silencio se alejan
y a Odiseo se van llevando.
Su voz, en la brisa que rola,
como mil pétalos de sal,
es un quejido que torna.
Nunca se verá nada igual,
en tierra una sirena entona,
amorosos versos sin parar.

Rafa Marín

La loma (relato corto)

La mañana estaba espléndida, lucía un sol primaveral y desde la ventana veía una loma verde, salpicada por una miríada de flores y su color.

Dejó sobre la mesa el lápiz y las gafas, tomó el bastón y como si de un adolescente se tratara, se encaminó hacia el jardín trasero.

Por un instante, todo se volvió negro, pero fue sólo un instante.

Se sintió bañado por la luz del sol, dejó caer el bastón y con seguros y vivaces pasos, avanzó hasta las sábanas tendidas en el cordel. Enseguida descubrió su sombra tras las telas blancoazuladas.

Se sentía feliz.

La oía cantar y sonriendo la llamó.

- ¿María, eres tú?

La mujer elevó el volumen de su canto, como si adivinaste que había un espectador.

José, detuvo su caminar, quería escuchar la maravillosa voz de María. 

La mujer mientras iba llenando los cordeles paralelos con las grandes sabanas, se alejaba de José y con ella su voz.

José, miró la loma y sus flores.

- ¿Que mejor presente, que un ramo de flores silvestres? Pensó.

Llegó a la loma, sintió la paz en su cara, cuando la brisa le envolvió.

Allí a un centenar de metros, seguía la sombra de María tendiendo. No podía ser más feliz, en su mirada estaba ella y en sus manos un ramillete de flores amarillas, púrpuras, rojas y blancas.

Se dijo a mismo, es hora de volver y otra vez, por un instante todo se hizo oscuridad.

La luz volvió casi de inmediato y a su alrededor, tres o cuatro rostros de miradas intensas, se afanaban sobre él.

La oscuridad volvió, esta vez para quedarse, pero José no lo notó. Su mano  se aferró a la de María y juntos avanzaron hacia el atardecer.

 

Fin

Rafa Marín

 

lunes, 7 de septiembre de 2020

La mañana

Asomado a esta mañana,
que se perfuma de pinos,
con la calles encharcadas
y el corazón en vilo.
Descubro perdidas miradas,
que son silenciosos gritos.
Una paz que nadie alcanza,
el cruce de mil destinos.
Asomado a esta ventana,
donde el porvenir es tan bonito,
callo mi boca de mala gana,
porque tu aliento necesito.
Dame esa paz tan deseada
y deja al mundo en su sitio.

Rafa Marín

¿ Por qué ?

¿Por qué he de pensar tu ausencia,
en esta vida que me mata,
que no es vida sin la esencia,
del clamor de tus palabras?
Cruel destino que me lleva,
entre prisas y una lápida,
para que me vuelva esa vela,
que con la brisa baila y se apaga.

Rafa Marín

sábado, 5 de septiembre de 2020

A mi hijo

¿Por qué he de quererte
más que a mi vida?
Si en mí,
eres preocupación constante,
el único miedo,
que a vivir me invita.
¿Por qué has de ser tormenta y embate
y el más hermoso ser también?
Ocho meses tuve que esperarte
y una noche entera para poder abrazarte.

Rafa Marín 

Quizás

Quizás sea tiempo ya
y deba dejar de olvidar,
esas noches de terror,
escondidas en el maizal.
Las lágrimas,
que no me dejaron ver el mar,
la lluvia fría y el vaho en el cristal.
Quizás sea tiempo ya,
de correr por las laderas
y los arroyos saltar.
Ser niño de nuevo
y no temer al mal.

Rafa Marín 

Quise ser

Quise soñar tu nombre,
espuma de mar,
con alas blancas.
Quise ser amapola en el trigal,
los labios de la esperanza.
Quise ser hombre, nada más,
la paz que te rescata.
Quise ser,
pero la vida nos engaña,
un destino sin final,
algo más que una guadaña.

Rafa Marín