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domingo, 31 de marzo de 2019

El granero ( relato corto)

 
El sol o eso creía, se filtraba por entre las rendijas de la pared del granero, que sobre la ondulada loma de la meseta, parecía hacer de corona. El chico, mordisqueaba un trozo de paja, a su lado, la chica lo miraba sonriendo.
- Te quiero. Musitó
Ella le lanzó un beso sin moverse, se sentía plena y su sed estaba saciada.
Se oía a los perros ladrar, todo parecía perfecto.
Por algún motivo, la sombra de la duda se fue apoderando de él, sentía ese zumbido eléctrico de la valla que rodeaba aquella caseta en mitad de la nada.
La luz dejó de entrar por las rendijas y los perros se callaron, hasta la mirada de la chica cambió. Se sintió abrumado y, tomando los vaqueros del suelo, se acercó a la puerta.
Abrió para descubrir una noche cerrada, sin luna ni estrellas, solo el resplandor lejano de los rayos, que acompañaban a aquella extraña tormenta.
La casa grande, estaba a unos 200 metros y salvo por la luz oscilante del porche, parecía abandonada.
Le golpeó el olor a lluvia, lo sintió pleno. Va a caer una buena, pensó, mientras buscaba con la mirada a la chica. Esta, estaba junto a él, desnuda y a la vez cálida.
- Mira, dijo señalando al horizonte.
A lo lejos, el espectáculo de luces se veía acompañado por un rumor sordo y tardío. La chica le abrazó por la espalda, sintió la plenitud de sus pezones, la ternura de sus senos...el olor de su sexo.
La tormenta llegó, como desatados mil infiernos. Pero ellos, atrapados en el granero, nada temieron. Se amaron, una y otra vez, no querían saber de la lluvia, ni los rayos y sus truenos.
Este día, las noticias hablaban del desastre que estaba azotando al mundo. Una tormenta de dimensiones y origen nunca vistos, mantenía en jaque a los servicios de emergencia de todas las naciones.
Huracanes, tifones, tornados e incluso monstruosas tormentas eléctricas,  causaban el caos y la destrucción.
El mar se adentraba en tierra firme, las presas se derrumbaba, hasta las arenas lo los desiertos se sumergían bajo las aguas.
Los líderes religiosos convocaban a la oración, los líderes políticos acusaban a otros de alterar el clima. Pero la pareja seguía en el granero, ajenos a cualquier cosa que no fuera ellos mismos. Perdieron la noción del tiempo, pero no lo notaron, nada existía salvo el granero y la necesidad de amarse.
Poco a poco, todo vestigio de civilización fue desapareciendo. Quebró la economía, las fuentes energéticas colapsaron, hubo guerras y epidemias y, al final cesó la tormenta.
En su granero, la joven pareja tomó por fin conciencia de sí. Se miraron y al ver la luz que se filtraba por las rendijas de la pared del granero, rompieron a reír. Por alguna inexplicable razón, sentían que algo había cambiado. Ella notaba que estaba embarazada y el percibía que el mundo que habían conocido ya no estaba.
Abrió la puerta del granero, la vieja casa no estaba. Sólo una variopinta manada de animales rodeaba la valla, que ya no emitía el zumbido eléctrico.
El chico se rascó la cabeza, luego se encogió de hombros y mirando a la manada pronunció:
Creced y multiplicaos.
Esta escena se reprodujo por cientos o miles de veces en todo el mundo, aunque las jóvenes parejas ni entendían ni pretendieron nunca entender.
Fin
Rafa Marín

viernes, 29 de marzo de 2019

Alas de poeta

Al poeta le dieron alas,
sus ojos que son un mar,
su boca siempre inquieta
y su forma de soñar.
De su mano los cielos,
se vistieron de amarillo,
que hermosa la casualidad.
Solo yo la he visto,
bajo la lluvia llorar.
Todo sin pretenderlo,
como queriendo jugar.
Su piel de seda blanca,
quién puede pedir más,
se volvió salada y dulce,
como de dioses manjar.
Así que si esto la seduce,
por ella podré cantar.
Rafa Marín

De que sirve rogar

De que me sirve rogar si,
ya no sangran mis venas.
Si me volví este reseco erial,
donde solo crecen las arenas.
Granos rodeados de cristal,
una metáfora que se entrega;
a la más dura realidad.
De qué sirve rogar si,
si la sangre nada arregla,
canciones para escuchar en días,
en los que nace la tristeza.
Ayeres que ansío retomar,
pero el tiempo no regresa,
sólo sabe pasar y solo pasar.
Rafa Marín

Es viernes

Es viernes, de cocido y mantel.
De ganas de escribir,
tonterías en un blanco papel.
Es viernes de primavera,
como un beso sobre la piel;
recuerdos que se enredan,
porque tampoco hoy pudo ser.
Es viernes, almas dobles gemelas,
recitando algún poema tal vez.
Viernes sin sentir condenas,
para qué las he de querer,
si mientras el río ahí suena,
yo no te dejaré de querer.
Es viernes y merece la pena,
por un momento querer entender;
que por más que tu temas,
el mundo no se va a detener.

Rafa Marín

jueves, 28 de marzo de 2019

Resistir

Acaso al sentir la tierra,
ser que de sol a sol trabaja,
de mi esfuerzo puedo decir,
¿qué no sirve para nada?
Fruto que pide vivir,
para ser tajo de guadaña,
que se quiere redimir,
pagando sobre su espalda.
Quizás todo sea resistir;
como en el río las cañas.
Viento que sopla frío,
áspera es la madrugada.
A la línea del cielo miro,
cuando la paz me alcanza.
Rompendo en mil brillos,
del filo de mi navaja;
amores nunca benditos,
ocultos entre palabras.
De los versos, el rito,
embrujadora mirada;
cual asomado delirio,
hambre que no acaba.
Rayo de luna sin pinos,
ensoñación de madrugada,
como rumor sin ritmo,
un trago de mar salada.
Rafa Marín

jueves, 21 de marzo de 2019

Vacíos

Si de atrapar vacíos se tratase,
como si fueran el éter insondable;
perdidas las manos tendría.
Mas, de esta osadía,
que a mis manos,
las tuyas canción hacen.
Ay! Noches que sueños,
como fantasmas aparecen.
Ora, como compañía,
ora como espejismo,
que al verte marchar,
como humo se deshacen.
Rafa Marín

Se rompió la luz

Se rompió la luz de su mirada,
como la gota de lluvia,
cayendo fría sobre mi espalda,
con un escalofrío enfurecido.
Se perdió entre las aguas,
hoja en los arroyos de montaña;
desmedida pasión influida,
que con la fama se engaña.
Se asomó al sueño del olvido,
para ser sólo un gesto.
Rafa Marín

Claroscuros

Entre los claroscuros,
furtiva luz que amanece,
encuentro tus ojos puros,
una mirada casi ausente.
Salto al vacío negro y duro,
en esta caída soy el presente,
que sobre el mármol sin futuro,
entregará su cuerpo inerte.
¡Oh! Desdicha que descubro,
al saberme solo un juguete.

Rafa Marín

Si me vas a matar

Si me vas a matar,
no cargues en tu bolso,
ese arma que no sabes disparar.
Basta con un no,
que sea sincero
y una risa fría y fatal.
Deja el cuchillo en el fregadero
y apuñala mi espalda,
del brazo de otro galán.
Será mi dolor más cruel y certero,
que cualquier disparo que hagas.

Rafa Marín

Labios

Descienden mis labios,
al manantial salobre,
de tu escondida humedad,
despertando esta sed.
Pasión que va creciendo
y que en su fuego,
el alma nos quiere abrasar.
Seremos hoy por un momento,
alados ángeles sin paz,
los más hermosos del infierno,
los más temibles que habrá.

Rafa Marín

Poesía

La poesía por sí sola,
cual fármaco de la verdad,
va descubriendo en mi boca,
esa pastosa y seca verdad.
No hay entre tú y yo,
ni rejas ni altos muros,
solo la terca duda,
que desvanece sin avisar,
la luz que en tus ojos crece,
cuando me pides más y más.

Rafa Marín

domingo, 17 de marzo de 2019

La navegante ( relato corto)

Se tenía por un gran capitán. Había cruzado mares tormentosos y océanos insondables. Hasta a los 40 rugientes, había doblegado y puesto nombre. Era un navegante audaz y solitario.
Al iniciar la nueva travesía, miró condescendientemente al mar calmado y brillante.
Se había echado a la mar sin aspavientos, cual nube callada que cruza el cielo, apenas una mancha que poco a poco se pierde a lo lejos.
Con el atardecer, a su mente vinieron como si fueran algo más que recuerdos, aquellos relatos de antiguos marinos: el fatal vórtice, el terror del kraken y el sensual canto de las sirenas con su perdición. Sonrió y del pecho dejó escapar un suspiro, tan profundo como el océano que ahora navegaba.
El transcurso de días y noches, no fueron más que horas de soledad y un cuaderno de bitácora, en el que anotaba pensamientos más que novedades.
Quizás sobre el día veinteavo, justo antes de que el sol por Levante iniciara su orto, vio o creyó ver, unas luces por poniente; pensó que quizás fueran un juego de reflejos o una imagen por sus ojos inventadas, pero anotó la hora y la sensación que le despertó este hecho.
Seguían pasando los días con sus noches y la escena de las luminarias se repitió otra vez. Ahora, de forma nítida y duradera, esa noche, según el GPS, cruzaba el Ecuador. El océano se mantenía sereno y una calma chicha arrugó el volumen.
Esperó en cubierta y desde esa soledad que le regalaba la inmensidad de la nada, miró al cielo.
La bóveda celeste se mostraba con todo su esplendor, miríadas de estrellas titilantes y de repente, la luna que comienza a ascender en su punto vernal, quedó extasiado. Pon un instante, no existían: ni soledad, ni mares, ni tan siquiera la propia vida.
Despertó al sentir sobre su cara el contacto del agua fría, por un instante se sintió perdido y manoteó buscando a donde asirse, la dulzura de una voz lo calmó.
Ante él, una mujer de grandes ojos verdes, le mostraba una sonrisa.
- ¿Dónde estoy? Preguntó
- En la nave Explorer.
- No entiendo. Repuso el navegante.
- Verás, dijo la mujer, llevo siglos buscándote.
- ¿Por qué tanto tiempo?
- Porque necesitaba un igual.
- ¿Pero...quién eres?
- Yo soy, la navegante.
Fin
Rafa Marín

Mariposa

Resiste como una hoja que,
con la brisa olvidada tirita,
solitaria espera en la rama,
del otoño la única que queda.
Ayer, de empolvadas alas,
tan relucientes y coloridas.
Hoy tan amarilla y callada;
sobre su rama tiembla
y entre mis manos mira;
parece una niña asustada.
Yo, con mi devoción la abrazo,
mientras ella tiembla sollozando.
Es mi bella tierna mariposa,
siempre está volando inquieta;
y a mis ojos siempre mirando,
como si de verdad fuera,
una hoja que olvidó el otoño.
Rafa Marín

martes, 12 de marzo de 2019

Miro sus ojos

Miro sus ojos cuando mira,
una lágrima dejan escapar,
es poderosa cuando brilla,
como la luz al despertar.
Ojos tristes de chiquilla,
su premio no puede alcanzar.
Veo su mirada tan confundida.
Pienso a veces en escapar,
pero sus manos y sus delicias,
siempre me consiguen atrapar.
Tras el sucio cristal de esta mirilla,
la miro, cuando se hace notar.
Siempre subida en la rama,
que nunca acaba de soltar.
A veces, entre juegos
y sus efímeras dichas,
otras como un profundo mar;
va dejando aquí su vida,
esa que casi nadie conocerá.

Rafa Marín

sábado, 9 de marzo de 2019

Sobre el plano

Sobre el plano ínfimo de mi verdad,
dibujo catedrales imposibles;
como pesadillas que al despertar,
se desvanecen vagas e ilegibles.
A veces que hay un puente,
pero poe él no se puede pasar,
lo vigila un caballero andante,
el bufón de mi fragilidad.
Hoy debería seguir siendo:
el silencio eterno y ausente.
Como la preciada lluvia del desierto,
nacer una momento nada más,
revivir por un instante efímero,
esas flores que esperan en el infierno.
Rafa Marín

domingo, 3 de marzo de 2019

El Strigoi (relato corto)

Poco a poco, todos y cada uno de los miembros de la familia enfermaron. La abuela miró a su nieto y éste, en silencio a la vez que asentía, abandonó la sala envuelta en una penumbra deprimente. Bajó al cobertizo y tomó una pala y un hacha, he tardado mucho, pensó.
Unas semanas antes...
El tío André había muerto, fue un hombre temido por todos, pero ahora, durante el funeral  por el rito ortodoxo, el Pope, había hablado de la resurrección y del perdón. Pero pocos de los presentes perdonarían al tío y mucho menos, volver a verlo vivir y caminando.
Los amigos y conocidos, tras el funeral se marcharon, quedando para la intimidad de la familia el trago del entierro.
La ceremonia ortodoxa, había sorprendido a propios y a extraños, menos a la abuela Mary. Ella, de ascendencia rumana, conocía bien el rito y desde siempre les había contado historias de aquel desconocido país.
El cementerio quedó atrás, como si fuera la orilla de un lugar al que nadie volvería nunca.
La cena, poco a poco se fue animando y la abuela Mary, les habló de oscuras historias, de malos sueños y noches de luna. Solo los más pequeños se sintieron inquietos, pero ella les sonrió y afirmó que no eran más que cuentos de vieja.
Con un trueno, se desencadenó la tormenta, un insistente aguacero lleno de relámpagos y rayos que parecían brotar del suelo.
Se prepararon velas y candelabros y cuando falló la corriente eléctrica, la casona quedó iluminada por la mortecina luz oscilante de los mismos.
A la noche siguiente comenzaron las pesadillas, crueles sueños llenos de sangre y sufrimiento. Los primeros en enfermar, fueron los niños, luego las mujeres y los hombres.
El médico no encontraba explicación y todos los análisis habían sido inútiles, solo la abuela Mary, conseguía aliviar aquella enfermedad con sus rezos.
- Strigoi, musitó.
Miguel, su nieto, la miró con interés.
- ¿Que es strigoi? Preguntó
La abuela Mary, con los ojos llenos de pánico, le contó una vieja historia, la de los hombres malvados como el tío André.
Él no dio mucho crédito, pero la cara de la abuela le llevó a dudar.
- Hay que extraer su corazón, quemarlo y tras enumerar unas plantas, hacer una infusión con ellas y las cenizas del músculo carbonizado.
Miguel se sintió espantado y rechazó esa idea.
La abuela le colgó del cuello un crucifijo y llorando se apartó de él.
El muchacho, al notar el peso del crucifijo, notó como si algo malo se fuera de su mente.
Pasaron unos días, la vieja casona seguía como poseída por una maldición y los enfermos empezaron a empeorar.
Esa misma noche, Miguel noto la mirada y asintió a su abuela, bajo al cobertizo y tras tomar una pala y un hacha, llamó a varios amigos.
Camino del cementerio les explicó lo que según su abuela ocurría.
Todos enmudecieron, pero siguieron a Miguel en su particular misión.
Aguardaron escondidos entre las lápidas y justo antes del amanecer lo vieron. El tío André volvía y se introdujo en su lugar de reposo eterno, cuando se cerró la lápida respiraron, el horror se dibujaba en sus rostros.
Aguardaron a que el sol con su luz desvaneciera todo rastro de miedo y duda.
Levantaron la lápida e hicieron aquello que debían. Tras decapitar el cadáver, extrajeron el corazón, la sangre permanecía fresca; como si fuera de una persona viva. Prepararon una fogata, en ella calcinaron su trofeo y con las cenizas aún calientes volvieron a la casona.
La abuela Mary, preparó su poción y los enfermos sanaron en pocos días.
La casa recuperó la normalidad, el tiempo pasó y la abuela se fue acercando a su fin.
Una noche, llamó a Miguel, y mirándolo a los ojos, le dijo:
- Recuerda que yo también seré lo que tú tío fue.
Miguel, asintió con una triste sonrisa, pero la anciana, con una mirada suplicante le hizo jurar que tomaría las medidas oportunas.
Muchos años después, murió Miguel, pero nadie sabía su secreto.
Nadie supo, que su vida transcurrió entre actos llenos de maldad buscando el ansiado poder que le haría vencer a la muerte. Así, fue como se extinguió la familia, la abuela Mary nunca sospechó que Miguel quería ser un strigoi.
Fin
Rafa Marín

viernes, 1 de marzo de 2019

¿Pobres? ( relato corto)

Cuando se cerró la puerta, ambos sabían que no habría vuelta atrás. Entre las manos sólo tenían sus manos y un par de billetes de autobús; era cuanto creían necesitar. La primera noche fue cansada, varias paradas y aquel autobús lleno de gente y olor a humanidad.
Pero no importaba mucho, con el amanecer las luces de la gran ciudad les llenó de ilusión.
La primera semana estuvieron en una pequeña pensión de un barrio del centro y buscaron trabajo. Cada noche se amaban y la suerte les sonrió con una oportunidad.
Él encontró trabajo como botones en un hotel y ella, se colocó como camarera en un pub de moda.
Él trabajaba de día y ella cada tarde lo besaba al salir. Poco a poco se empezaba a notar una distancia que a ratos les parecía descomunal, pasó el primer año y una noche se sentaron para cenar, hacía tanto tiempo desde la última vez...
Frente a frente, se miraron, como si fuera la primera vez. Él, poseído por su belleza, con voz tímida y ronca, recitó aquel poema que una vez le escribió y ella, cerrando los ojos, su mente dejó volar, entre recuerdos casi olvidados. Esa noche se volvieron a amar, como sólo se aman los desesperados.
La mañana les despertó tarde y llenos de felicidad, por teléfono se  despidieron de sus trabajos, hicieron sus mochilas y al anochecer, cuando se cerró la puerta supieron que no había vuelta atrás.
Llevaban un par de billetes junto con sus manos, otra vez, como cuando hacía  un año subieron a un autobús; se sentían pobres, como cada vez que se mudaban de ciudad. La noche fue, larga y llena de olor a humanidad. Y como siempre, se hospedaron en una pequeña pensión del centro al llegar a la nueva gran ciudad. Se miraron a los ojos y riendo, dijeron al unísono: vuelta a empezar.
Fin
Rafa Marín

Me asomo

Me asomó a tu verdad,
condenando mis palabras.
Si en esta vida he de ganar,
que sea un rincón cálido
entre tus puras sábanas.
Ya renuncié a ese poder,
de cantar sueños al alba.
Quiero ver los días correr,
sentir tus aguas bravas.
Olvidándome de ese por qué,
sólo quiero que te de la gana.
De tanto caminar ya me cansé,
allá por las tierras altas.
Ahora quiero esa niñez,
que no me dieron las tierras baja.
Suspiros de salvia y laurel,
el sol brillando en las montañas,
Quiero ser presa de tu querer
y que la vida me vuelva a la fragua.
Rafa Marín