Que difícil me
resulta dejar,
que se muera
esta flor
que una mañana
nació.
No se si debo
alimentarla
o simplemente
al ras tallarla.
Me empuja esta
necesidad
de ser la
cabeza de león.
Mis demonios
sobre los cielos,
la ceniza y el
fuego propagan.
Son mis niños
y en mis sueños,
como mariposas
la paz alcanzan.
Nunca un
sentimiento me dolió,
al rechazo mi
alma acostumbro.
Unas veces la
partida se gana,
aunque la
ganancia nunca pagará
toda la
inocente sangre derramada.
Qué es esto
del amor,
si no el más
profundo silencio
cuando en la
boca bulle el clamor.
Mentiras que
el tiempo fabricó
para
exprimirnos el alma.
En las dudas
ajenas veo yo
tan solo
miedos y añoranzas.
Tu silencio me
convenció,
no nos
necesitamos para nada.
Si quieres
otra vez estar
piensa antes
hacia dónde huirás.
Rafa Marín
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