Te asomas luna
de otoño
a este aprisco
con parra,
donde
guerreros de la cocina
se afanan con
las viandas.
Se respira por
los rincones
olores a queso
y lomo en caña
que ponen
nerviosos a los canes
y también a su
esperanza.
La dueña
siempre pendiente
de su saber
hace gala.
Que para dar
de comer a la gente,
mejor el
trabajo que la guasa.
Sonriente se
muestra la novia
y el novio a
su lado hace la guardia.
Que en este
cortijo no se duerme
hasta acabar
con lo que halla.
Noches de
cante y de baile
al son de
estos inventos se andan.
Las señoras
quieren juerga
y los hombres
no se zafan.
Y así pasaron
estos días llenos
de amigos
familia y compaña.
(a la boda de
mi hermana Mati)
Rafa Marín
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