En este sueño, al que nos atamos,
con voluntades propias y ajenas,
miles de abejas en la colmena,
damos todo, pero nunca estamos.
A veces como la más cruel condena,
o dulce miel para alimentarnos.
Presos de la voluntad del jurado
y del bello rostro de mil sirenas.
Rafa Marín
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