En la húmeda noche de otoño,
cual hoja que se desprende y vuela,
apuesto mi todo al vivo rojo,
para ser del azul fugaz estela.
Ella, que una noche fue doncella,
prestando oídos a mi antojo,
siendo sus ojos amor sin rodela,
imaginándolos tal vez llorosos.
Rafa Marín
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