Me asomo, cristal que me condena,
buscando mi maldita osadía,
que a bien tenga hoy su señoría,
librarme de esta soez penitencia.
Pues si fuera ella la libraría,
del silencio que no guarda conciencia,
pues mi alma que no tiene enmienda,
es ya la locura que desvaría.
Rafa Marín
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