En esta fría ventana,
donde la gardenia y el jazmín,
solo brillan para mí,
rosas de papel y yerba mojada.
En esta ilusión tan plana,
que confunde al colibrí,
que febril bate sus alas.
A un mal sueño recurrí,
con los espaldas mojadas.
Un desierto que eludir,
en cada madrugada y,
sin querer volver a reincidir,
con la aguja cargada.
Lo que fuera por vivir,
que no pasa absolutamente nada,
ruinas que humean aquí y allí,
como en la época dorada.
Ya me olvido del sentir,
agotada tengo mi negra alma.
Un madero y una cruz,
que terminen con esta charada.
Rafa Marín
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