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sábado, 17 de octubre de 2020

La becaria (relato corto )

A veces, la vida se entiende entre cafés, me explico.

Hace algunos años, en mis primeros días de Twitter, "conocí" a una chica. Bueno, eso creí al principio. Como tod@s saben, tengo muy poca vergüenza y más guiado por la curiosidad que por el deseo, empecé a chatear por MD's conella.

Era culta, más que yo y la foto del avatar, era una selfie, que no dejaba lugar a dudas, era real.

Tengo la suerte de trabajar en el lugar mejor comunicado de Barcelona, así que la "convencí" para tomar un café en un lugar cercano. Ella, alegando no tener tiempo, pospuso la cita en un par de ocasiones y cuando ya pensaba que no iba a suceder, sorpresa. Me dice que está cerca de mi despacho.

Casualmente, esa tarde iba impecable, zapatos lustrados, uniforme de la tintorería, barba arreglada y recién cobrado, nada podía salir mal. Pues lo dicho, no hubo la típica frase del como te reconoceré, ni una flor, ni esas mandangas.

Llegamos a la cafetería, cada cual por su camino, pero a la hora fijada. Una sonrisa y un beso en la mejilla, fue todo el protocolo.

La verdad, es que yo, me quedé un poco sin saber quedecir. Ella, joven y guapa, vestía con esa elegancia y descaro juvenil que yo nunca tuve.

Recuerdo que la primera cosa que se me vino a la cabeza, fue "La Odisea".

Pero ahí estaba ella, mi Circe particular. Pedí, para mí, café americano y ella, té rojo con leche.

Y empezamos acharlar.

Que si en mi vida hice, que si en su vida hizo. Pero sus ojos y los míos, poco a poco se miraban más, sinceramente creo que en ese punto, debí dejarlo, pero, ¿quién es el guapo que se va?

Mi teléfono corporativo sonaba cada poco, ahora creo que fue una señal.

Como digo, estaba trabajando y tuve que regresar.

Al despedirme, ella tomó mi mano, me besó fugazmente en los labios y se marchó.

Me sentí observando y envidiado por la clientela del bar, sin distinción entre hombres y mujeres.

Al llegar a mi oficina, ¡sorpresa!

Mi jefe, estaba esperándome. Me dijo, que a partir del lunes siguiente tendría una becaria, a la cual debería adiestrar para trabajar con nosotros.

Las conversaciones con, la llamaré Adelita, siguieron, cada vez con más frecuencia, hasta que llegó el lunes y ante mi sorpresa, ahí estaba Adelita. Me enfadé, por supuesto, no se notó, salvo quizás por el tremendo portazo y el "estoy hasta los huevos" que lo acompañó.

Adelita, me miraba desolada, y yo, pese a mi genio, quise saber el por qué. 

La verdad, es que en mi vida, me han dado muchas sorpresas, pero esta, bueno no la esperaba.

Él, mi jefe, es mi padre, me espetó a la cara. Yo no sabía que me iba a poner a trabajar contigo.

La miré y descolgado el teléfono, llamé a mi jefe.

Hola, Andrés, atiné a decir. ¿Es Adelita, tu hija?

Me dijo que si, que lo había ocultado, para que no tuviera un trato de favor.

Rompí en una risa histérica y entre balbuceos le dije, que Adelita y yo, nos íbamos a comer, para poder evaluar sus cualidades y poder afianzar su autoconfianza. 

Me dijo que bien, que podía pasar la nota de gastos a la empresa.

Tomé a Adelita de la mano y nos fuimos directamenteal hotel de enfrente. 

Follamos, ¡oh sí! Como quizás nunca se ha follado en este cochino mundo.

Tras dos horas del más depravado y sensual juego amoroso, volvimos.

Nos encerramos en mi despacho y mirándola a los ojos le pregunté el porqué de todo aquello.

Me dijo, que me amaba.

Le entregué un par de dossieres y le dije que a la mañana siguiente, a las 9:00 horas, quería una evaluación de las acciones que se describían y las decisiones que ella habría tomado.

Luego, salí y fui a ver a Andrés 

Solté sobre la mesa, mis credenciales y un pequeño regalo.

Todo nuestro encuentro sexual estaba grabado.

Después, a modo de despedida, le solté una bofetada y salí para nunca más volver.

Sé, que Adelita, al poco sustituyó a su padre al frente del departamento. Pero me queda la duda de que quizás, ella tal vez fuera sincera.

 

Fin

 

Rafa Marín


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