Me vienes a ver,
otra vez condenada compañera,
ayer que de ti me olvidé,
pero solo fue mi pequeña quimera.
Hoy me dijo adiós una amiga,
no una cualquiera,
he sentido su dolor,
pero es mi alma la que pena.
Espero que el olvido le llegue
y que mi nombre nunca esté en su voz,
los demonios también sufren,
aunque nadie lo crea.
No me dio su perdón,
fueron muchas sus penas,
por qué he de necesitarlo yo?
Qué es un infierno sin su condena?
Rafa Marín
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