Si del mar con mil sirenas
solo una me quisiera salvar.
Dejaría mís oídos sin cera
y mis manos sin atar.
Mas hoy, en esta eterna espera,
quizás mi boca debiera callar.
Ojos que la belleza observan
y cabeza que no se detiene a pensar.
Un juego de versos en letras,
poema que que entre caricias,
hoy quisiera poder terminar.
Viajero fui por una reina
sin Ítaca a la que regresar.
Rafa Marín
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