El día que su sonrisa
venga a verme callada.
A ella, si acaso tiene,
le temblará el mismo alma.
La parca para mi tendrá
todo un día que dedicar
y el resto de mortales
sus penas tendrán que callar.
Sus vacías cuencas no soltaran
las dolorosas y frías lágrimas
y dentro de su manto la congoja
por vez primera ella sentirá.
El día, que como a todos,
a mi también me a de llegar,
se abrirán las puertas del averno
para recibirme de par en par.
No porque ilustre sea mi presencia
si no porque esta larga demora
a mis huesos comienza a cansar.
Yo recibiré de dios su clemencia
pero si hay justicia se me reclamará.
Amigos hice en el mismo infierno
el día que el puente viejo vi saltar.
Rafa Marín
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