Las mañanas de
cada madrugada,
mientras el
paso acelero
que el tren
está por llegar.
Cruzo frente
al muro
con pies de
cuerpos humanos.
Ingente la
miseria se hace visible
a mis ojos que
no ven nada más.
Llego a mi
destino, nadie me espera,
sólo unos ojos
que sin mirar muestran
un vaso vacío
en una mano
y en la otra
el papel, mudo llanto
que solo dice
un "TENGO HAMBRE".
Busco mientras
ando no hay monedas
en mi bolsillo
vacío que compren
la puñalada de
mi conciencia.
Rafa Marín
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