Suerte, a veces lo que deseo es suerte,
un mundo de injusticias y patadas.
Para que no me traiga besos la muerte,
con su sonrisa y la cara quemada.
Suerte, que sea el pueblo quien nos gobierne
y no los que todo lo quieren para sí.
Suerte, esa jodida y puta suerte,
que no me levanten en la madrugada;
que no tiren fío a una cuneta,
cuando sea un puto cadáver sin alma.
Para vosotros, ya no os pido nada,
si acaso, el tibio sol de la mañana,
una pradera verde y una sombra,
en este camino que ya se acaba.
Rafa Marín
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