Me condena este deseo,
que nunca será satisfecho,
ese nunca hola y que siempre es adiós,
a veces, casi todas un frío pecho
y otras, que se vuelven maravillas,
siendo tan solo una o dos.
Ya a rogar y a tropezar no vuelvo,
porque este largo y fatigoso camino,
se hizo frontera que nos separó.
Rafa Marín
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