Sobre el pedestal de blanco Macael,
con tímidos ojos, febril la mira.
Él, por ella cada noche suspira,
mientras ella siempre reniega de él.
Limpio, su osado y mordaz querer,
pues entre los mil dardos que le tira,
verbo que ella callada inspira,
mientras de lejos lo mira con desdén.
Bájate del blanco mármol bella flor,
deja que mis labios hoy te recorran,
porque siendo solo verbo soy dolor.
Deja que tu corazón se exponga,
que pintara mis ojos con su color,
sangre que pura mi boca ahoga.
Rafa Marín
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