Es otoño y ya huele en las calles
a castañas asadas y empiñonadas.
Las hojas caídas dan color a las aceras.
La gente presurosa se refugia de aire
que rola de poniente, frío y seco.
Miro por la ventana al cielo azul y despejado.
Añoro mi infancia en el campo,
las mañanas de escarcha y los polos de leche.
Poco a poco el sol impone inexorable
su ley del mas fuerte y calienta
la mañana con lentas parsimonia.
Me preparo y salgo a la calle
afeitado y pulcro, como un dandy
que no tiene nada mejor que hacer.
Rafa Marin
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