No hay estrellas en el cielo,
ni brilla en él su cara de plata,
en esta perdida noche sin sueños,
en la que la paz tanto me falta.
No hay pozos ni sus reflejos,
ni un pinar que con rayos engaña.
No hay una ni luz ni fuegos,
que me digan que vaya.
No hay para correr un sendero,
ni arañazos en mi espalda.
No hay y tampoco lo quiero,
el lejano canto de su palabra.
No hay si les soy sincero,
una buena jugada de cartas.
Sólo hay este duro silencio
y una ansiedad que a mí me mata.
Rafa Marín
No hay comentarios:
Publicar un comentario