A veces entre miedos y suspiros,
nos refugiamos en almas gemelas, siempre tan doloridas y sangrantes,
que en su nada nos abrigan.
El consuelo es sólo una mirada amiga,
un ir para nunca poder llegar,
en esta tarde empedernida.
Sueño y ahí me echo a volar,
porque nada quiero salvo la vida.
Rafa Marín
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