En la sombra que es el olvido,
vive mi perdida mirada;
tan ausente y limitada,
como el resto de mis sentidos.
De mi ego hago gala;
tiempo muerto y perdido,
en el que no he aprendido,
de esta vida casi nada.
Ahora que llegan días oscuros,
ante mis ojos se despliegan,
estas amapolas del infortunio.
Frías mis manos cuando se entregan,
garabateando los azules dibujos,
que no son más que dolor y pena.
Rafa Marín
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