Arranca solitaria esta cruel noche,
desnuda de sentimientos,
se arropa con la sutileza del miedo.
Salvaguardados en nuestra soledad,
limpiamos este frío cristal,
con lágrimas y suspiros.
Adiós a tus tersas manos,
adiós al cálido sabor de tus labios.
Al fin tenemos esa paz,
de la que gozan los muertos.
Miro, sin querer mirar,
porque ya no creo en los sueños.
Mañana, el día volverá y,
otra vez moriré fingiendo.
Rafa Marín
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