Cual rosa que florece,
ante mis labios los suyos,
bañados en rocío,
son la fuente que apaga mi sed.
Y ahí, en ese cielo escondido,
como un Adán,
que de dios ha renegado,
me vuelvo mariposa febril
y muero sin poder,
de tu boca un sonido oír.
Rafa Marín
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