Llueve:
con la desolación de un amor perdido,
como llueve en las noches de invierno,
sintiendo ese frío húmedo de un mar encrespado.
Llueve:
pero ya no estás en este cristal,
te volviste, corriente lejana y sutil.
Ayer estabas, pero yo me olvidé de esperar.
Sabes, como se olvida la pubertad,
como cuando te haces senil
y los nombres y caras, nada te quieren decir.
Te quise, con esa inocente verdad juvenil
Pero todo se volvió una nada, en un cristal tan marchito,
como una rosa en un jarrón olvidada.
Rafa Marín