Ayer en sueños creí verte llegar,
en tus ojos como siempre,
ese violeta claro de la ansiedad.
Pero no eras, no tengo suerte.
Me confundo con las cosas,
imagino momentos rápidos,
como la libélula que se posa
y con el lento gesto de la mano se va.
Quería sentir el olor de tu sexo,
el gemido sublime de tu boca
y mi nombre en tu placer.
Pero ya nada de eso será.
El ayer, ese siempre presente
y que tantas y tantas veces olvidé.
He querido volver y mi trabajo terminar,
pero nunca siento placer en la muerte.
La libreta escondida y sus nombres,
direcciones y alguna foto gastada.
Que cruel es el ayer, con su memoria
y un todavía sin saber por qué.
Rafa Marín