Sobre esa dura ola,
coronada de espuma y sal,
mil sirenas en mis oídos,
van dejando su cantar.
Yo, atado a este madero,
soy un cristo que se deja arrastrar,
mientras en la tarde espero,
a que Circe me quiera hablar.
Lunes sin paz y sin sombra,
mirando las olas que trae el mar.
Rafa Marín
No hay comentarios:
Publicar un comentario