El niño, como todos los niños de la aldea, oía las historias que allí se contaban.
Era una noche de verano, con luna llena y gracias a la gran fogata, los leones permanecían alejados.
El brujo hablaba sobre una gran sombra alada que se acercaba, y que sin remedio, algún día les alcanzaría para atacarles.
Los hombres y mujeres, entre incrédulos y sonrientes, miraban a los pequeños que buscaban refugio en los regazos de sus madres. Pero algo les inquietaba también.
Desde hacía ya algunos meses, un rumor se extendía por aquellos parajes.
Al parecer, el pueblo vecino, había sido atacado una noche, y aunque se pudo repeler el ataque, desde ese día, varios guerreros montaban guardia durante la noche.
Todos hablaban del "Popo bawa".
Los días y sus noches iban pasando, y aunque el demonio nunca hacía acto de presencia, en el poblado la intranquilidad aumentaba, ya saben, se percibía la falta de naturalidad de tiempo atrás.
Por aquellos días, se comenzó a rumorea sobre la llegada de un hombre blanco, todos decían que era un hombre medicina, capaz de exorcizar demonios.
El jefe, creyó, que tal vez eran lo que necesitaban. Así que mandó a sus mejores guerreros a buscarle y así poder pedirle consejo.
Los guerreros partieron en las cuatro direcciones, con la misión de traerle al poblado.
A los pocos días, un gran alboroto se hizo sentir en el poblado, por fin, el hombre santo había llegado.
Entre cantos y risas, le acompañaron a la choza del jefe y desde allí, todos se dirigieron a la del brujo. Este, permanecía sentado a la entrada.
Cuando el misionero se detuvo a unos metros ante él, su figura proyectaba en el suelo una sombra oscura que parecía tener alas; como si fuera un "popo bawa" (1).
(1) del suajili: murciélago murciélago
Fin
Rafa Marín
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