Se
asoma mi mirada al silencio,
de
una noche que grita.
El
pasar de una ambulancia
y
su presagio de flor marchita.
Una
farola siempre luce,
en
esa esquina maldita,
donde
los sueños no bailan,
la
muerte es quien invita.
Se
asoma la luna a un edificio
y
hay luz en aquella oficina.
Ella,
con su cara cansada
y
la blusa que todo lo indica.
La
noche,
se
asoma a mi mirada,
mi
alma sin sueños
y
tras este cristal,
una
boca que suspira.
Rafa
Marín
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