Mil estrellas rutilantes,
mil deseos que ofrecer,
una vida para entregarte,
por no hacerte desmerecer.
Ser en ti como un guante,
cálido y a la vez impertinente,
pasión que en versos arde,
porque no te puede tener.
Ser de esta vida una jaula,
que con dorados barrotes,
se disfraza de tan mala gana.
Soñar con que nada me derrote,
pues ya ni mis venas sangran,
mientras espero mi vil garrote.
Rafa Marín
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