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domingo, 11 de febrero de 2018

Cerrada

La puerta verde y vieja,
siempre la recordé cerrada,
añosa madera y pintura,
por el tiempo descascarillada.
La memoria no me llega,
pero de su voz cansada
oí una vez que allí escondidos,
esperaban un piano y unas palmas.
Siempre temí abrir esa puerta,
indudable viaje al pasado;
pero hoy no pude resistir
la anhelante mirada
y sus  suplicantes manos.
Al girar de la llave, mil sonidos,
como de cascabeles me llegaron,
unos como acusadoras preguntas
y otros como el trino de los pájaros.
Nunca sabré si bebí o no debí,
pero hoy, la vieja puerta verde,
dejó de ser un misterio por todos olvidado.

Rafa Marín

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