De tu vientre generosa madre
arrancan los vestigios del pasado.
Unas veces, cerámica y peltre,
otras máscaras de ese oro tan sagrado.
Tierra dieron a los viejos reyes;
aquellos que dicen que del cielo bajaron.
Lo hacen esos que no mienten, campesinos, gente buena, pobres desheredados.
Perseguidos, muertos los quieren,
esos otros, los de grandes dedos ensortijados.
Los que solo al dólar quieren,
los de barrigas y buches siempre hinchados.
Rafa Marín
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