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lunes, 12 de junio de 2017

Amanecer

Se viste de plata este mar
que es saludo y adiós,
entre los trozos abiertos
de túneles y brillos del sol.
No hay vuelo de gaviotas,
no picados de cormorán,
sólo la límpida plata,
aguas de espuma y sal.
El silbido ahogado que queda
impregnando los muros negros
siempre bañados de oscuridad.
No hay más que sueños perdidos
en otro mar que se llamó dolor.
La grandeza pequeña queda ente 
el gris y azul de las piedras,
ante ese cotidiano ver
que nunca el tiempo las medra.
Rafa Marín

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