Hoy son los pasajeros como aves sin alas,
se muestran callados y perdidas sus miradas
en misterios lejanos tras las ventanillas del tren.
Luminosa la mañana avanza hacia el ocaso frio,
como lo son todos en este invierno sin fin.
Mi mente en cambio se asoma al otro interes,
el de mi hijo que tras la noche febril recupera
en su abuelo el ansia de vivir envuelto en mimos.
Hoy no arde el cañaveral, día sin fuego,
niños sin cena, maldito sueño sin final.
Rafa Marin
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