Pasa un pueblo
dormido en la distancia,
llega otro igual,
ausente a lo lejos.
Se detiene
un instante el trasiego,
se abren
como flores las puertas
pariendo nocturnos viajeros.
La voz dulce
enlatada anuncia
parsimoniosa
la gran palabra.
Miro interesado y parece
que hoy solo yo me bajo,
Dando tumbos voy llegando
al refugio de mi alma,
una parada, un instante
y se desboca mi corazón,
que tras el interminable viaje
mi destino es encontrarte
casi dormida y anhelante.
Rafa Marín
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