Añoro de las laderas,
su denso armiño de nieve,
el viento en los picos
y el camino que se pierde.
Los pasos escarpados
y esa sima que no miente.
Añoro la soledad infinita
y el eco de mi voz,
cuando pura me grita.
Añoro los valles umbrios,
el arroyo que baila
y tu mano aferrada a la mía.
Rafa Marín
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