Encerradas, como
sueños presos,
esos brillos de
estrellas lejanas
cuando las miro
las siento.
Tan rodeadas de
esa gran nada
que es el frío y
negro firmamento.
Olvidé sus
añorados nombres;
como en mi vida
los recuerdos;
infantil que se
asomaba
a lo que se
volvió un infierno.
Estrellas quizá
ya apagadas,
consumidas por
el cruel tiempo.
Ayer compañeras
entre ramas,
hoy esperanzas
que huyeron.
Rafa Marín
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