Lloraba la tarde
un relente frío
que en mi boca
bronco quejido
se volvía verde limo
y morir en la acera.
Sufriendo por no poder
darte el sucio beso
que limpiara de miedo
mi mente capaz y loca.
Lloraba triste y gris,
como llora el río
que al mar se asoma,
como lo hace el lobo
noche de luna llena,
al frío y mortal brillar
de un millar de estrellas.
Rafa Marín
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