Vistas de página en total

jueves, 15 de diciembre de 2016

A la muerte de mi madre.

Yo te lloro madre,
con la desesperanza
de aquel niño perdido.
Con la amargura
de cada noche que pasé
en el viejo olivo.
En silencio,
para no despertar
al ogro dormido.
Te lloro porque
el tiempo te ha vencido,
porque ya no podré
consolar tus suspiros.
Atrás ya se quedaron
los días tan sufridos,
las noches de lluvia helada
y el hambre de los pajarillos.
No más puños cerrados
ni impotentes aullidos.
No más moratones
ni amenazas sin sentido.
Se disolvieron esas tenazas
que tanta presa hicieron contigo;
las cadenas de cruel acero
son solo tenues hilos.
Yo te lloro,
con esta pena que cada día
briega conmigo.
Desolado amanecer
en el que adiós te digo.


Rafa Marín

domingo, 11 de diciembre de 2016

Agitada fue la noche entre brumas


Agitada fue la noche entre brumas

y sacrílegos hechos y palabras.

Despertad y sacudid el grato abrazo del sueño

y mirad la muerte verdadera.

Así cantó Shakespeare la muerte de un rey.

Y ahora me pregunto yo,

¿qué palabras merecen la muerte de una madre?

¿Sólo lágrimas y el juramento

de no volver a llamaros hermanos?

Vosotros que engrandecisteis el entierro del ogro

y a ella la priváis del de los sinceros lloros

de los que en verdad la amaban.

En este trance urgente la quemáis...

como si fuera portadora de la peste.

En silencio, viles ladrones de su cuerpo

que solo tuvo como testigo mis sollozo





Rafa Marín

domingo, 4 de diciembre de 2016

Yo no quise para mí

Yo no quise para mí
esta vida que me hizo
un trotamundos,
Yo no quise sentir
a los dioses iracundos.
Pero entre tanto me perdí
en los avatares del mundo.
Atrapé todo lo que vi,
aunque me hicieran nudos.
A todos los sobreviví
a base de perder de todo mucho.
Pero al final estabas allí,
donde los motivos son mudos.
Peligros entre el jazmín
cuando de tus labios fumo.
Mil pesares que contar
y momentos buenos algunos.


Rafa Marín

sábado, 3 de diciembre de 2016

Nadie llora ya tus miedos

Nadie llora ya tus miedos,
ni tus lágrimas heladas,
que corren como lluvia, 
entre los apretados setos.
Cuando llega la madrugada,
muñeca rota de tanto amor
y tantos lejanos cielos.
Del verde de tus ojos,
apenas queda ya el gris,
de una mirada que se pierde,
en los irisados reflejos
de dos náufragos de hielo,
perdidos en el fondo de un vaso.



Rafa Marín

Lloro, no por mí

Lloro, no por mí, que me hice
tan cabrón como viejo.
Me tiemblan las manos,
hojas caídas a merced del viento.
Del ayer tanto que decir y mi boca,
amordazada al escribir esto.
¡AY! Dolores tan escondidos...
saltaron al instante al verlo.
Pobre niño asustado sin nadie
que hoy le de un poco de consuelo.
Se lo llevan, se vuelve agradecido,
con ese bocadillo que a mí me presto.
Jamás pensé que volvería a sentir
lo de aquella noche en la calle
en la que me vi con lo puesto.
Y lloro...maldita vida que se llenó
de recuerdos que creí muertos.


Rafa Marín

Asumida, como no, la intención

Asumida, como no, la intención
de estos versos sin medida,
canto de mi triste boca
a esta vida que se llenó
entre sueños penas y alegrías
con la pasión por vivir
mientras los años perdía.
No serán nunca versos
al mejor postor; ni quizás trozos
de este maltrecho corazón,
pero en cada una de las rimas
dejo vivencias que me oprimían.
Morirán en el olvido como esos;
sueños que sueños sólo serían,
las sonrisas y los besos
que nunca fueron caricia.
Hoy al amparo del fuego sagrado
de un hogar, vuelan, son cenizas
como la nieve que se vuelven agua
y dejan un poco de esa paz
que hace mucho no sentía.
Me asomo a las aceras marchitas,
madrugada y soledad...ayer hogar;
y descubro que hay otras vidas
que ese infierno que fue tan mío
hoy también ellas las habitan.


Rafa Marín